Hay rostros en la piedra, en la arcilla, sobre el papel, en el polvo de los caminos. Rostros que han mirado el tiempo sin prisa, que han hablado con el viento y han tejido historias en la trama del paisaje. Mundos se rozan, se observan, se desdibujan y se reconstruyen en un espacio de extrañeza y revelación. “Jetas” es un eco de voces antiguas, esas que habitaron sobre nuestra tierra mucho antes de que sea nombrada. Esta obra nace del encuentro con lo profundo, con lo que persiste a pesar del olvido. Surge de un viaje por el norte de Argentina, donde el arte no es sólo forma, sino memoria. En los tejidos, en las cerámicas, en los grabados sobre la piedra, laten símbolos que no han sido domados por la historia. Allí, en el color de los pigmentos y en la geometría de los dibujos, aún resuena el pulso de quienes le dieron sentido a la tierra.

Inspirada en el libro “Naufragios” de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, considerada la primera narración histórica sobre nuestras tierras, pero desplazando la mirada hacia aquellos que siempre estuvieron. La mirada no se posa sobre el que llega, sino sobre el que estuvo siempre. Es el reflejo de los que nunca se fueron, de los que moldearon el mundo con sus manos.

“Jetas” es también tránsito, rito de paso. Es la piel marcada por el sol, la noche sin techo, la voz que busca un significado. No hay conquista en estos caminos, solo el deseo de escuchar. La piel se funde con la piedra, el cuerpo se vuelve camino, y la palabra busca su origen en los ecos de una lengua ancestral. Es un viaje entre lo visible y lo oculto, entre lo que permanece y lo que se transforma. Y en ese instante donde las miradas se cruzan, donde las palabras aún no encuentran sentido, quizás nazca una nueva forma de ver el mundo.